Claudio Herrera llevaba una vida común y corriente, con los problemas de cualquiera.
Casado, con una hija pequeña y un trabajo como cortador de cueros, tenía su casa en el barrio Villa La Plata, de Florencio Varela, y un Fiat Uno blanco con el cual los fines de semana salía a pasear con su familia. Su mujer lo ayudaba con los cueros, vendía cosméticos a domicilio y las cosas parecían marchar sin sobresaltos.
Pero todo eso explotó por el aire el 10 de septiembre de 2000 . Ese día la Policía bonaerense allanó su casa y se lo llevó detenido.
Terminó acusado de homicidio, intento de robo y tenencia ilegal de armas de guerra . Recién más de tres años después, cuando llegó a juicio oral ( y luego de pasar 1.153 días preso ), quedó claro que lo habían acusado sólo porque su auto era de la misma marca y color que el que alguien había visto en la escena de un crimen y que las armas encontradas en su casa estaban en regla . Su descripción ni siquiera coincidía con la del asesino .
El caso –lleno de irregularidades– derivó primero en una absolución (en el juicio el fiscal y el abogado querellante desistieron de acusarlo) y ahora en un fallo de la Justicia en lo Contencioso Administrativo por el que se ordena al Estado provincial a pagarle a los Herrera medio millón de pesos .
La suerte de Claudio Herrera, de 45 años, comenzó a torcerse poco antes de que él cayera preso cuando fue asesinada Ethel Rodoisish, dueña del boliche bailable Diversión (Mosconi y General Belgrano, Quilmes). Un hombre se bajó de un Fiat Uno blanco y la baleó cuando ella salía del boliche , según algunas versiones, con la recaudación del día. No está claro si se trató de un robo o algo más. Con ella estaba un policía , del que nunca se supo si era amigo, custodio o pareja y cuyo papel en la causa fue, al menos, “extraño” ya que primero dio una descripción del asesino como un hombre morocho, medio “peloduro” o con flequillo y luego adecuó esa descripción a los rasgos de Herrera .
Este cambio de versión –según contó Carlos Kovalink, el abogado de los Herrera, a Clarín – tiene su origen en un episodio previo a la detención de Herrera, pero directamente relacionada con ella.
Diez días antes del allanamiento en su casa, los Herrera fueron demorados por policías de civil , quienes sostuvieron que su auto tenía pedido de secuestro. No era así, pero Claudio fue interrogado y antes de dejarlo ir le sacaron fotos . “Creemos que esas fotos se las mostraron al policía que estaba con la víctima cuando la mataron y por eso cambió su descripción, para que coincidiera con los rasgos de mi cliente”, dijo Kovalink, especialista en Derecho de Daños.
Para detener a Claudio Herrera se esgrimió una llamada anónima que lo señalaba como autor del homicidio. Y no lo ayudó que en su casa hubiera dos armas. Ni los policías ni la fiscal quisieron darle crédito a la documentación de que ambas eran de su cuñado, que vivía en la casa vecina y que estaban debidamente registradas . “Se las había dado para que se las guardara cuando se fue de vacaciones”, agregó Kovalink. A partir de la detención Herrera vivió una pesadilla, ya que ni siquiera tenía antecedentes penales.
El tribunal a cargo del juicio vio todas estas irregularidades : “No me explico cómo, con tantos interrogantes y contradicciones, se trajo a juicio a una persona con una imputación que, por su gravedad, llevó a que la misma estuviera en prisión preventiva hasta la audiencia”, dijo en el entonces presidente del TOC 3 de Quilmes, Martín Arias Duval y subrayó que Herrera fue preso “sólo porque un llamado anónimo dio cuenta de que un auto de la misma marca que el suyo estaba relacionado con el hecho”.
Ya libre, Herrera demandó a la Procuración provincial –de la que dependen los fiscales– y en un fallo de 40 páginas la Justicia acaba de darle la razón: su detención y el proceso que le siguió fueron arbitrarios .
FUENTE: CLARIN.COM – VER ADEMÁS: PRESUNTO CULPABLE VERSIÓN MEXICANA
BITACORA DE UN GUERRERO 